HANS CHRISTIAN ANDERSEN

 Hans Christian Andersen

Escritor danés, nación en 1805 y murió en 1875. 

Su niñez y juventud transcurrió en la total pobreza y abandono, en el taller de zapatero de su padre, quien le contaba historias que calarían en el espíritu y la memoria del joven.

A los 14 años se fue a Copenhague, y en 1844 escribió: Hace 25 años llegué con un  atadito de ropa a Copenhague, un muchacho desconocido y pobre, hoy tomé chocolate con la reina”.

Él usó un estilo para un lector infantil, con un  lenguaje cotidiano y la expresión de los sentimientos e ideas del público infantil.

Para crear Andersen se inspira en los relatos populares. Los temas recurrentes de sus cuentos serían: la religión, Dios, quien toma decisiones por los personajes, les guía y ellos confían totalmente en él; la muerte: intentó desmitificarla, no es algo dramático sino la continuación lógica y normal de la vida terrenal; la confrontación entre la razón y el sentimiento: el autor no se decanta por ninguno de los dos. Sus cuentos están plagados de personajes incómodos en el universo en el cual les tocó vivir. El joven sin ninguna posibilidad de tener éxito al que la suerte le acaba sonriendo, el joven rechazado, la importancia de las mujeres y la presencia de un objeto que cambia la vida, son otros de sus aspectos característicos. 

En sus cuentos aparecen elementos del folclore danés: ninfas, duendes, trolls, hadas, brujas, gárgolas, elfos, ondinas, entre otros. No buscó ser moralizante, ni encontramos en él una oposición entre bien y mal. La lucha por ser aceptado en una sociedad que lo posterga, es plasmada en muchas de sus obras y finalmente toma forma en toda su perfección en el cuento “El patito feo”.

Dirá Andersen cierta vez: “Mi vida es un cuento hermoso, rico y feliz”


Contexto histórico-literario: Dinamarca en los siglos XVIII y XIX

Junto con Noruega y Suecia forma parte de los países escandinavos. 

A nivel social la nobleza rural enfrenta la fuerza cada vez mayor de la burguesía mercantil que terminará triunfando en el siglo XIX. Los campesinos daneses siguen siendo en su mayor parte siervos. 

A nivel intelectual y artístico las corrientes de pensamiento alemanas, inglesas y francesas invaden el pensamiento danés. Se busca la figa a la utopía y a los cuentos, a lo inconsciente y a lo fantástico, a lo lúgubre, al sueño y a la locura, en fin se vive el movimiento romántico que invadía Europa en todo el siglo XIX.

Los primeros  50 años el siglo XIX constituyen el llamado Siglo de Oro y estarán marcados por el Romanticismo y el Realismo.

El cuento maravilloso

Todorov  define el cuento maravilloso del siguiente modo: “ Más allá del esparcimiento, de la curiosidad, de todas las emociones que brindan los relatos, los cuentos y las leyendas, más allá de la necesidad de distraerse, de olvidar, de procurar sensaciones agradables o aterradoras, la finalidad real del cuento maravilloso es la exploración más total de la realidad universal”.

Los cuentos tradicionales emitidos oralmente y sabidos de memoria mezclan lo real y lo fantástico de hechos acaecidos en lo cotidiano.

Los escritores del siglo XVIII y XIX los transcribieron, conservando su estructura original, pero poniendo en ellos una elevada sensibilidad poética. En Dinamarca estos cuentos maravillosos se conocen como #Eventry” y Andersen los publica en “Cuentos de hadas o cuentos para niños”. El protagonista del cuento maravilloso generalmente es un niño, una niña o un animal.

Son lecciones de vida y al mismo tiempo manifestaciones de belleza, que han trascendido fronteras, épocas y religiones.

Tras la inocencia de estos relatos se esconde una visión de sociedad, un sistema económico, una concepción de estado, de educación, de familia, de sujeto, de niño y de niña.

El ideal religioso presente en el cuento maravilloso es el propio del Cristianismo, marco espiritual que dominó el Medioevo.

Se suceden generalmente en espacios abiertos, combinados con fenómenos; bosque, oscuridad de la noche, tormenta.

Los niños y las niñas, sin la mirada vigilante del adulto, son capaces de reconocerse a sí mismos y vivir plenamente su infancia. En solitario el niño es recursivo y la niña toma decisiones por cuenta propia. En los cuentos maravillosos la infancia sale triunfante y es esperanzadora. 

Andersen modernizó el cuento popular a partir de su mundo existencial y la realidad cotidiana: concedió vida a todo lo que imaginaba, como niño a sus juguetes.

En los albores de su vocación literaria, sus cuentos comenzaban de la manera clásica: “Érase una vez…había una vez…hace muchos años…” pero después, cuando encontró su propio estilo, usó frases vinculadas con la naturaleza: “ ¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer…! No se limitó a transmitir los cuentos de la tradición oral al estilo de Charles Perrault y los hermanos Grimm, sino que les dio un tratamiento literario para atrapar la atención de los lectores. 

El mito, la leyenda  y la historia son materias primas que Andersen transformó en verdaderas joyas literarias. 

Recogió sus mejores cuentos en el folleto “Eventry i fortalte för barns” (“Cuentos para niños”). Entre 1835 y 1872 escribió 156 cuentos.

Escribió en sociolectos correspondientes al código lingüístico restringido del proletariado y al código elaborado de la aristocracia.

Confesó que escribía sus cuentos como si se los contara directamente a los niños.

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